Mirando hacia atrás, enero 2020 era un mes de un año optimista en un contexto lleno de expectativas diversas dentro de la organización. Era un número que preveía escenarios exitosos por su promesa de perfección, de manera que todas las estrategias delimitadas fueron diseñadas, planificadas, estructuradas y sistematizadas con el objetivo de hacer crecer las compañías para mantenerse o insertarse en el competitivo ambiente de los negocios.
Repentinamente lo inesperado dominó todos nuestros sentidos y todo eso que soñamos para nuestra compañía en el año perfecto se vino abajo totalmente, haciéndonos vulnerables, pero definitivamente no indefensos. Y como todo cambió, nos dolió, pero iniciamos un proceso en el que las reformas se fueron sucediendo en la medida en la que debíamos resolver temas tan álgidos como el flujo de caja y el tema de las nóminas de trabajadores, con necesarias acciones de reducción de personal y redistribución de tareas, que además trajeron como consecuencia el rediseño de los productos y del marketing, así como altos índices de emociones negativas en los trabajadores, naturalmente desbordadas y que demandaban y demandan atención.
Entonces, las compañías rápidamente debieron evaluar y definir nuevas estrategias sobre sus líneas de negocio de nuevos productos y servicios y sus formas de mercadearlos, comercializarlos y distribuirlos. También se adaptaron al homeoffice y al trabajo remoto, con implicaciones importantes en la redistribución o compra de equipos y ajuste o adquisición de sistemas administrativos y operativos.
Pero al fin al cabo, aquellas compañías que tienen la fortuna de mantenerse activas y redimensionadas y aquellas que han surgido como nuevos emprendimientos por la creatividad de alguien que vio una oportunidad en este inestable panorama para crear nuevos productos y servicios, deben ahora dedicar su atención hacia dentro de la organización, observando todo el sistema ejecutivo-productivo-administrativo-distribución/servicio que expresa la naturaleza del negocio.
En ese ecosistema es donde evolucionan las ideas y se les da forma a los planteamientos que tienen como fin sobrevivir y crecer en el contexto que nos ofrece esta década. En otras palabras, la organización es un delicado sistema en el que todo debe funcionar perfectamente para lograr una relación productiva e interdependiente entre el dueño / los trabajadores de cualquier nivel – el cliente – los proveedores.
Ahora, qué hemos hecho con la organización misma, conformada por la cultura que le da personalidad y dinamiza sus estrategias de funcionamiento y de operatividad, por su estructura dinámica, que divide al trabajo, la autoridad y a las tareas, por los procesos que delimitan el paso a paso de las acciones y por la gente, que al fin y al cabo, son las que ejecutan las estrategias y las acciones y además las piensan, las deciden y las controlan. En nuestro proceso de cambio doloroso, analicemos de verdad ¿Qué hemos hecho con la organización?
Podemos pasearnos por el hecho de que las organizaciones no son todas iguales, y en procesos de cambios como el actual, debemos cuestionar, para nuestro bien, si la organización tal cual la habíamos construido se adapta al impacto social en las mentes de todas las personas en cuanto a lo que quieren y lo que pueden hacer, no solo hablando en términos de consumo, sino también en la conducta generada por este cambio radical que nos trajo la pandemia, en lo interno de nuestra compañía, donde la sobrevivencia es lo fundamental. Es decir, la evolución social y de trabajo, esperemos que la humana, es ya una realidad. Los cambios en las ciencias de los negocios se están produciendo aceleradamente y están impactando en el interior de nuestros espacios de trabajo.
Entonces, hagamos el ejercicio de evaluar nuestra conducta dirigida hacia la organización, en ese disruptivo año 2020 de sorpresas y en adelante, respondiendo a las siguientes preguntas:
¿Qué se está transformando a lo interno de la compañía de la que eres dueño o donde trabajas?
¿Cuál ha sido el resultado de esa transformación?
Con sinceridad reconoce si internamente decidieron desprenderse de los miedos y liberar la creatividad, pensando concretamente, en la organización.
En fin, de esta experiencia ¿Qué has aprendido?
Podemos pasearnos por el hecho de que las organizaciones no son todas iguales, y en procesos de cambios como el actual, debemos cuestionar, para nuestro bien, si la organización tal cual la habíamos construido se adapta al impacto social en las mentes de todas las personas en cuanto a lo que quieren y lo que pueden hacer, no solo hablando en términos de consumo, sino también en la conducta generada por este cambio radical que nos trajo la pandemia, en lo interno de nuestra compañía, donde la sobrevivencia es lo fundamental. Es decir, la evolución social y de trabajo, esperemos que la humana, es ya una realidad. Los cambios en las ciencias de los negocios se están produciendo aceleradamente y están impactando en el interior de nuestros espacios de trabajo.
Entonces, hagamos el ejercicio de evaluar nuestra conducta dirigida hacia la organización, en ese disruptivo año 2020 de sorpresas y en adelante, respondiendo a las siguientes preguntas:
¿Qué se está transformando a lo interno de la compañía de la que eres dueño o donde trabajas?
¿Cuál ha sido el resultado de esa transformación?
Con sinceridad reconoce si internamente decidieron desprenderse de los miedos y liberar la creatividad, pensando concretamente, en la organización.
En fin, de esta experiencia ¿Qué has aprendido?
Deja una respuesta