Mi Historia

En el año 2014, después de varios años de trabajar bajo dependencia, decido dar el gran salto hacia niveles de crecimiento profesional más trascendentes para mí, incursionando en la consultoría organizacional.

Durante esos años en los que trabajé en cargos siempre relacionados con Recursos Humanos, tuve la oportunidad de aprender sobre la organización. Y es que tengo un alto sentido crítico sobre la actuación de este departamento dentro de la organización en el que observo que no se trata solo de administrar y gestionar a los subsistemas de personal, sino más bien de hacer que la organización sea más productiva, que cuente con un ambiente sano de trabajo, donde los problemas sean una oportunidad de crecimiento, donde los equipos funcionen fluidamente y todo esto porque Recursos Humanos garantiza los procesos de inducción, entrenamiento, capacitaciones, ascensos, rotaciones internas, salarios y remuneración, beneficios y cumplimiento de las políticas y normas porque los diseña estratégicamente desde los objetivos que se plantean en el Plan de Negocio o según la dinámica de la empresa por el entorno o por circunstancias internas que lo obligan.

Sin embargo, transmitir este esquema de funcionamiento con escucha activa e interesada, fue muy difícil, al punto de convertirse en una verdadera odisea diaria, porque como mínimo, la empresa ignoraba la participación de Recursos Humanos en decisiones de índole productivo o financiero y algunos otros más. Solo se era importante en momentos de crisis, cuando la intervención servía para remendar, si acaso, de manera que la imagen del departamento, generalmente era subestimada.

Es así que esta experiencia fue acumulada desde el ideal de no olvidar que fueron muchos los expertos, alrededor del mundo, que dedicaron su vida a investigar y estudiar a las organizaciones y muchas de sus teorías eran desechadas por quienes asumían posiciones de autoridad. Las diversas razones enmarañaban la dinámica de la organización. Entonces fue cuando a instancia de uno de los dueños de una de las empresas donde trabajé, comencé a pensar en la consultoría.

Los primeros años de trabajar con distintos clientes, quienes se atrevieron a aceptar mis recomendaciones y que llegaron por sugerencia de otros clientes, han sido conceptualizados como de:

Aprendizaje

En esos años puede identificar, desarrollar y mejorar las estrategias apropiadas para diagnosticar situaciones, que, salvo por escasas diferencias,  se repetían en las organizaciones de empresas de cualquier tipo. 

Cambiaban la gente, la conducta, los espacios, los productos, los servicios, el lenguaje, pero lo demás era muy parecido, en cuanto a la estructuración de los departamentos, en la definición de la autoridad, en la toma de decisiones, en la participación de la gente en los distintos espacios, en la conformación de los equipos, en la falta de aprovechamiento de los talentos individuales y grupales, en el desconocimiento de los procesos, en la falta de sistematización de los procesos, en los conflictos que generaba la gente por sus actitudes y una larga lista de similitudes.

Esta fue una época de retroalimentación y ajustes, incluyendo el saber escuchar y analizar opiniones que afianzaran la seguridad en lo que como consultora pretendía aplicar. Duró alrededor de tres (3) años, tiempo en el que comencé con una nueva visión de prestación de servicio como consultora, con la firme intención de continuar trabajando con las empresas, pero haciendo una distinción en el formato de la consultoría.

Descubrimiento

Posteriormente comencé a atender a clientes con situaciones mucho más complejas, que me obligaban a generar informes, infinitamente largos, en los cuales les plasmaba todo aquello que detectaba y necesitaba atención. La coincidencia en todos los casos, fue la de descubrir que los tipos de liderazgo de ejecutivos o gerentes que terminaban escrutados por mí, tenían dos (2)  puntos  en común: El de negación a generar los cambios propuestos y el de la resistencia al cambio porque no les decía lo que ellos querían oír; para un consultor sería importante saber transmitir ideas impopulares para el Liderazgo y debía de hacerlo de una manera responsable, cuando ello sucediera. De allí los largos informes.

A esta época la llamo la del Descubrimiento, debido a que me comenzó a preocupar que mis análisis y propuestas no tuvieran el impacto en el mejoramiento de las acciones gerenciales para el beneficio de la organización, debido a la posición de quienes tomaban las decisiones por: Temor al cambio, temor a perder autoridad, temor a lo desconocido, indisposición a dedicar un tiempo importante al cambio, la inversión. 

Me escuchaban pero les era difícil decidir sobre los siguientes pasos. Fue cuando dispuse parar y observar para evaluar mi experiencia, comprendiendo que como las empresas, yo debía desechar lo malo y quedarme con lo bueno, que debía reforzar mis cualidades personales y profesionales:

  • La capacidad para relacionarme fácilmente con todos los niveles.
  • Mi sentido del humor.
  • El conocimiento en los temas organizacionales asociados a los productos y a la gente, reconociendo la personalidad de la empresa, según la personalidad de la marca.
  • El atrevimiento para hacer cosas nuevas con creatividad.
  • El talento para empaquetar lo que tradicionalmente es un proceso o un sistema.
  • Mi disposición de estar ahí cuando me necesitan

Puedo reconocer que el recorrido ha sido altamente beneficioso para concluir que todo se puede hacer en las organizaciones. Que no hay nada más importante que el nivel de conciencia en lo conductual y cultural que tienen la gente y la organización de una empresa, que los principios tienen mucho valor y que deben ser la base en la toma de decisiones, que las acciones corporativas son interesantes y ricas en la experimentación y sin embargo causan temor, que trabajar es único y siempre agradable cuando el ambiente que se procura sea de verdadera productividad y responsabilidad con altas dosis de compromiso, curiosidad, creatividad, iniciativa y se tenga una clara y poderosa Visión Compartida de los Resultados que se quieren alcanzar.

Arranque

Todo esto me ubica en el ahora, que inicia en el 2020, año por demás extraño y difícil, pero lleno de esperanza en lo que viene y en lo que requieren las empresas para continuar. Es el año en el que como consultora comencé a evaluar el redimensionamiento de mi forma de atender a los clientes, con una metodología definida y más fácil para asimilar y materializar, con un enfoque que no olvida lo experimentado, pero agregando ingredientes que en algunos casos cambian su dosis y en otros, otorgan sabor.

Fue determinante la incorporación de mentores, iniciando con Gladys, mi amiga, la heroína de esta consultora, debido a su osada aceptación de hacer de mentora, sin haber tenido una experiencia similar. Probó conmigo su grandísima habilidad para llevarme a donde estoy y me sensibilizó a organizar mis ideas y lograr dejar a un lado el temor de admitir diversos elementos en los que creo, en el diseño de mis productos, sin olvidar la
racionalidad de mi oferta a los clientes.


Ahora me encuentro en la fase de Arranque, creando mi propia marca y mis propios productos. Con unas ganas profundas de sentarme a soltar mi creatividad en cuanto a los temas organizacionales y del impacto que el branding genera en ella. Por supuesto, desde la premisa “zapatero a su zapato”, de la mano de un especialista en el tema de la marca y el uso de las redes sociales como medio de difusión y acercamiento a los clientes.

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He desarrollado una herramienta corporativa para observar la situación integral de la empresa, que tiene como propósito explorarla y diagnosticarla desde una perspectiva que facilitará entender el comportamiento y la relación que tienen todos los componentes de la organización, en la que cada cambio interno o producto del entorno va a tener un impacto en la dinámica del negocio a partir del triángulo, que representa a los órganos internos de la empresa:

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